Terapia de pareja

Este tipo de terapia está destinada a aquellas parejas que, aun estando inmersos en un proceso de convivencia muy deteriorado, quieren intentar una solución antes de tomar la decisión de separarse.

¿Los motivos?

.. pueden ser varios

Son muchos y muy variados los motivos que pueden llevar a una pareja a recurrir a la terapia conjunta para salvar la convivencia; problemas de mala comunicación o falta de la misma que pueden llevarnos a mantener discusiones contantes por aspectos mínimos y que finalizan sin resolverse; dificultades para la aceptación del otro o de uno mismo que nos llevan a reflejar nuestro malestar en el otro, culpándolo de todos los problemas; la falta de confianza que puede desencadenar situaciones de celos patológicos, ideologías diferentes en cuanto a la educación de los hijos, economía, etc.

Muchas parejas atraviesan crisis en las que no se ve salida, en las que se piensa que la separación es la única alternativa, pero valoran que el daño que esta decisión puede causar a ellos mismos y a sus seres más cercanos (principalmente los hijos) es un coste demasiado elevado y desean plantear una nueva solución.

Pero, ¿cómo una persona extraña me va a poder ayudar en mi relación, en algo tan íntimo?, la respuesta es sencilla, justamente por eso. El profesional accede a la relación de forma objetiva, sin resentimientos, sin carga de emociones de discusiones pasadas, sin lazos de familiaridad con uno u otro, etc. De esta forma puede abordar las dificultades de forma más concreta y tratando de equilibrar las demandas de cada uno de los miembros. Estar inmerso en el conflicto, en la crisis, no ayuda a la resolución de la misma.

¿Se puede?

.. cosa de dos

Para acudir a la terapia de pareja es muy importante la colaboración de ambos, si bien es cierto que normalmente es uno de ellos quien plantea la posible solución y decide actuar, debemos contar siempre con la participación activa de los dos. De no ser así se deberá trabajar previamente esta predisposición.

Pero este tipo de terapia va más allá, si finalmente y tras intentar dar solución a la dinámica de relación no se consiguen los objetivos planteados, el terapeuta puede ayudar a la pareja en su proceso de separación, apoyándolos y orientándolos para que este proceso sea lo menos traumático posible, sobre todo cuando en la familia existen hijos ya que ellos son las víctimas silenciosas de estos conflictos y con relativa frecuencia, un mal proceso de separación conlleva problemas futuros en el desarrollo de los menores.