Mejorar la autoestima con el lenguaje

El uso del lenguaje es muy importante en el desarrollo de la autoestima. No es lo mismo decir, no puedo, no voy a ser capaz, que implica que ni si quiera lo voy a intentar; que parece difícil, me costara, que involucra intencionalidad de realizarlo, aunque nos cueste.

Las palabras que nos decimos o permitimos que nos digan, son muy importantes a la hora de tener una buena autoestima, ya que son el eslabón principal a la hora de afrontar situaciones nuevas o aquellas que no hayamos conseguido realizar con anterioridad.

¡Eres un inútil!, ¡No sirves para nada!, ¡Todo lo haces mal!… Son frases que no debemos permitir que nos digan, o al menos, hacerles frente. Todo el mundo se equivoca, todo el mundo comete errores, hay que saber gestionar muy bien los reproches propios y los ajenos.

Perdona, no soy un inútil, solo me he equivocado, acaso ¿tú no te equivocas nunca?; ¡Todo me sale mal, que desastre!, no todo me sale mal, esto que estoy haciendo ahora igual sí, pero antes he realizado otras muchas cosas que me han salido muy bien, y en el futuro volveré a realizarlas, tengo que ver dónde y por qué me estoy equivocando. Que algo salga mal, no significa que sea un desastre. Recuerda, los errores son parte del aprendizaje.

Debemos aprender a gestionar nuestro lenguaje (soy…) y el que utilizamos con los demás (hijos, amigos, pareja…), ya que, en muchas ocasiones lanzamos barreras que nos dificultan superar nuestros retos.

A veces decimos, es que eso es muy fácil, ¿cómo no lo entiendes?, sin tener en cuenta a la otra persona, si está más habituado o no, si tiene conocimientos del tema, su experiencia, etc. Para alguien que tiene conocimientos de informática y utiliza a diario un ordenador, enviar un mail es de lo más sencillo, para aquel que nunca haya utilizado un ordenador le puede parecer un mundo, por muy sencillo que sea el proceso. El mal uso del lenguaje nos crea y profesa dudas. Cualquier persona con una aptitud general puede aprender a manejar un ordenador, por citar un ejemplo.

Cuando alguien nos diga, eso es muy difícil, yo no soy capaz, deberíamos hacerle ver qué con un poco de paciencia y actitud positiva, lo puede aprender, que no es tan difícil, la dificultad está en nuestras barreras (no puedo, no voy a ser capaz, es que soy muy…) más que en el reto en sí. Igualmente, a nosotros mismos.

Nadie es superior a nadie, cada persona tiene sus propias habilidades y facultades, no permitas que nada te haga creer lo contrario.